Reclama el derecho a gobernar sobre ruinas dispersas y tierras sin ley. Pero gobernar no es tarea fácil; exige más que espadas y riqueza. Haz crecer tu dominio construyendo edificios, produciendo bienes, comerciando sabiamente y asegurando que tus súbditos estén alimentados, protegidos y sean leales. Cada decisión da forma al alma de tu feudo y al legado de quienes perduran en él. ¿Forjarás un refugio de prosperidad, o un bastión de control?